Tu lo veías como un juego. Te equivocabas.
Me miraste, te miré, y viste los ojos de un corazón destrozado, las lágrimas formándose en unos ojos cansados. La esperanza y la ilusión consumiéndose bajo las llamas. Y ni siquiera el agua de las lágrimas conseguía sofocarlas.
Ahora acércate y dime por qué en este juego no encuentro el botón de reinicio.
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